sábado, 16 de marzo de 2013

Comuna Mujer Homenajeada



Comuna Mujer homenajeada



Aquel sábado de invierno escuché el sonido del teléfono poco antes de mediodía.

Era Virginia; compañera y amiga de nuestra Comuna y especialmente una trabajadora infatigable por nuestras causas.
Cuando conversamos me explicó que esa tarde Comuna Mujer sería protagonista, junto a otras organizaciones sociales, de un reconocimiento a su labor.
La circunstancia de vivir cerca de dónde se realizaría el encuentro, hizo que mis compañeras pensaran en mi persona para recibir en nombre de la Comuna Mujer 11, ese reconocimiento que también compartirían otras instituciones solidarias y muy valiosas de nuestra sociedad.
Primero vacilé unos instantes, ya que en poco tiempo tendría que aprontarme, pero me consta que fue por la responsabilidad que ello implicaba.
Esta jornada había sido organizada por la Iglesia Adventista del 7mo Día y no tenía una intención religiosa, sino la de otorgar lo que podríamos llamar un “homenaje en vida” a diversas entidades, no todas, sino a varias de ellas como representativas de quienes vuelcan sus esfuerzos en mejorar la calidad de vida de nuestra comunidad.
Hablamos con Virginia del libro proyectado desde 2007 y que ahora estaría cerca finalmente, de su concreción y entre otras metas la de renovar nuestra página web, para que la presencia de la Comuna tuviese un destaque hoy en día ineludible, a nivel digital.
Cuando me acerqué a la puerta de la Iglesia, veía muchas personas entrando por la puerta principal y realmente estaba nerviosa; sentía ansiedad por saber cómo sería el encuentro y a la vez un desafío a mi misma el poder transmitir el
significado de nuestra Comuna y el trabajo tan importante tanto mis compañeras como del equipo técnico, verdaderos pilares en donde se tejen día a día, soluciones a problemas de toda índole y esperanzas para una vida mejor.
Era la primera vez que asistía a un templo Adventista; sentí una vivencia de paz y calidez, tanto de sus integrantes como del entorno, con una belleza serena y varios jóvenes que iban de un lado a otro, acomodando el audio y el equipo de video.
Antes me habían preguntado mi nombre y la institución que representaba.
En esos instantes venían a mi mente una cantidad de recuerdos; sobre lo que hablamos muchas veces acerca del trabajo comunitario y la dificultad para que la sociedad lo valore.
A mi lado estaba sentada una muchacha que venía de parte de Un Techo para mi País; en el banco de adelante una persona me dijo que representaba a la Organización “Último Recurso”; más adelante, cuando recibió la placa y los obsequios, supe que se trataba de la médica psiquiatra que dirigía esta organización; a su lado reconocí a Mabel Simois, Codirectora de Casa de la Mujer de la Unión.
Esta celebración, aunque no tenía fines religiosos, marcó su perfil cristiano, tanto en las palabras del pastor que recordó a Jesús y su sentido de la solidaridad hacia el prójimo, como el de alguien que luchó contra la injusticia y la desigualdad: Martin Luther King.
La placa de reconocimiento que más tarde nos irían entregando a cada representante de las entidades convocadas, lleva una frase de estos seres que trascienden creencias para convertirse en símbolos por los cuales vale la pena seguir, humildemente, sembrando esperanza.
Mientras escuchaba una canción interpretada por dos integrantes de la Iglesia, mi mente estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas para agradecer este reconocimiento.
Decidí no dar nombres personales, pues sería injusta con cantidad de compañeras que podrían quedar fuera y de profesionales que nos han acompañado antes, hoy y siempre, las cuales siguen presentes, junto a nosotras, en cada acción que emprendemos.
Recordé una foto publicada en el periódico de nuestro barrio, Periscopio[1], que fue tomada en la inauguración de nuestra Comuna, en 1998.
Aquella tarde del 27 de junio de 2009, siempre vivirá en el mejor de mis recuerdos.
Pudimos, sin merecerlo, recibir este homenaje a una institución que apoya desde el punto de vista psicológico y jurídico a muchas mujeres y su entorno familiar, en un tema cada vez más visible, como el de la violencia doméstica.
No es el único cometido de Comuna Mujer, pero si tiene una importancia indiscutible.
Describir con detalle aquella jornada, sería algo muy enriquecedor, pero pensamos que tal vez en otra oportunidad, tengamos más espacio para profundizar en estas vivencias.
Estaban presentes organizaciones como la fundación Cazabajones y su Director; el equipo de Internación Domiciliaria del Hospital Maciel, Narcóticos Anónimos, un refugio para personas en situación de calle, como “El Hogar de Rogelio”.
Solamente nombramos algunas entidades, para explicar nuestra emoción al sentir que integrábamos un grupo que se vuelca hacia la sociedad, buscando dentro de si la motivación, el apoyo mutuo y el respeto hacia nosotras mismas, sin el cual no sería posible confiar en lo que hacemos.
Luego que el grupo de teatro joven interpretase una breve y significativa obra de teatro donde vemos el valor que da el sembrar la fe en nosotros y en quienes nos rodean, fueron llamando a cada representante de tan encomiables instituciones y cada uno en pocas palabras habló sobre sus fines y agradeció esta convocatoria.
La muchacha que representaba a “Un techo para mi país” se refirió sobre la circunstancia de haber ido sola ya que sus compañeros y compañeras estaban trabajando en ese instante y le pidieron que los representara; de alguna forma dijo lo que yo sentía en aquel momento: era la voz y la presencia de numerosos  
seres muy valiosos que pasaron por nuestra Comuna y no conocí; de las que conozco y tienen una dedicación y vocación admirables y finalmente la de todas las Comunas, con sus matices y perfiles propios, algunas más recientes que otras, pero todas con una innegable misión hacia la comunidad: buscar la utopía de la igualdad y equidad de oportunidades y derechos, así como la erradicación de la violencia hacia las mujeres en toda sus manifestaciones.
Fuimos las últimas en recibir la placa recordatoria, junto a un ejemplar de la Biblia y una publicación sobre la esperanza.
Nombramos el proyecto de escribir un libro sobre violencia doméstica, de renovar nuestro sitio web y especialmente en el compromiso y responsabilidad que significaba este reconocimiento.
Finalmente pasamos a otro salón donde compartimos un refrigerio con los demás asistentes; recuerdo el sabor del té de cedrón que nos reconfortó en esa fría noche de invierno.
Cuando nos despedimos, dejando atrás la calle José Serrato y caminando lentamente por Gral. Flores rumbo a nuestra casa, sentimos por un momento la felicidad de haber estado allí y enseguida imaginamos la alegría de nuestras compañeras cuando le entregáramos el símbolo de lo que habían logrado con su dedicación y el estímulo que esto significaba para seguir creciendo, como personas y desde luego, como grupo que tiene entre sus manos una temática tan trascendente ante la comunidad.
Estas palabras se las dedico a ellas, a la Comuna Mujer como institución y a mi madre y a mis hermanas, que son como mis queridas amigas: siempre están y en todas ellas puedo depositar mi confianza.

Autora: Iris Moreno Roca


[1] Periódico Periscopio: Medio de prensa zonal que se distribuye en forma gratuita en el centro geográfico de la ciudad de Montevideo.

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